Hoy les voy a hablar en primera persona y lo hago desde mi posición de psicóloga. Me gradué en 1989, hace más de 30 años que ofrezco mis servicios a la población, he andado y desandado, pero nunca he dejado de dar consultas, todas las semanas, atiendo un promedio de 16 casos al mes. Ya pueden hacer sus cuentas.
La mayoría de las personas que atiendo son padres, o familiares que vienen buscando ayuda porque algo pasa con sus hijos, tengo que confesar que un porciento alto está dado por manejos incorrectos en la educación de los niños. He sufrido cuando veo situaciones de violencia y no han existido los instrumentos legales para poder ayudar a las víctimas. Esto sucede mucho más de lo que se cree y lo más triste es la existencia de un estereotipo social: la víctima se siente a gusto con la situación de violencia, pero bueno, eso lo podemos dejar para otra publicación.
Pienso que este momento, cuantas veces, he visto dos padres que se están divorciando y halan el espíritu, el alma de su hijo, cada cual para su lado, con un egoísmo que duele, sin pensar en el daño que hacen y aun reflexionando con ellos no comprenden la situación y enferman a sus hijos de amargura.
Creo que el hecho, de poder sentarse y determinar como va a realizarse la guarda y cuidado de los hijos, la responsabilidad de cada uno, y lo más importante, que se escuche y se tenga en cuenta el parecer de los niños o adolescentes, es una de las cuestiones más humanas, inclusivas y desarrolladoras del Código de las Familias en Cuba, esa es una de mis razones #códigosí