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    Texto ganador del concurso Mujeres de Florencia en Revolución

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    Concurso "Mujeres de Florencia en Revolución"

    La Guajira: mujer de su tiempo

    Autor: Román Romero López (36 años)

    Si le obsequia a Yamilé Oria Hernández una postura ―de chirimoya, como ella ejemplificó― con certeza no la rechazaría, pero se vería obligada a estudiar el terreno para saber dónde sembrarla pues en su propiedad “no cabe un chícharo”, como se dice en buen cubano.

    Plantaciones de frutales (mamey, guayaba, cereza, chirimoya, coco, mango, guanábana y aguacate), cultivos destinados a la alimentación animal, una cochiquera, un biodigestor y las dos viviendas de su familia, ocupan las casi cinco hectáreas de tierras de su finca Las Margaritas, vinculada a la Cooperativa de Créditos y Servicios Delfín Luis Paz, del municipio de Florencia, en la provincia de Ciego de Ávila.

    Hace más de una década dejó sus funciones en la empresa local de Comercio y Gastronomía para acompañar al esposo (Alexis Felipe Pérez Burgos) en las labores de la finca; desde entonces los campesinos de la zona comenzaron a llamarla La Guajira; ya nadie la identifica por su nombre.

    Su hija es médico veterinaria, el hijo técnico en Agronomía y Alexis Felipe se dedica a la construcción de biodigestores. Con la ayuda de ellos se convirtió en una de las principales protagonistas del programa porcino en el país, aunque en la actualidad disminuyó la cantidad de animales, debido al déficit de alimentos.

    Permanece con unos 60 cerdos de capa oscura que mantiene con alimentos alternativos producidos en la finca (ensilados de yuca, boniato, kin grass, palmiche y caña).

    La conversión de carne demora un poco más, en relación con otras razas, sin embargo, reconoce otras bondades: la sostenibilidad económica, capacidad de adaptación a condiciones naturales, resistencia a enfermedades y al cambio climático, y la obtención de carnes con mejor calidad.

    Conservar las producción porcina le permite realizar ventas de cárnicos, al menos una vez por semana, en el mercado agropecuario El Mamey que arrendara hace más de un año en la localidad de Tamarindo, donde además oferta siempre entre 10 y 12 variedades de productos agrícolas provenientes de su terruño.

    Contribuye a satisfacer demandas de la población y aporta a los programas de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, y de Autoabastecimiento Municipal, este último con la meta de lograr el per cápita mensual de 30 libras de productos agrícolas y 5 kilogramos de proteínas animal.

    La crianza de cerdos forma parte de un ciclo cerrado de producción que convierte su propiedad en referente para otras similares en la nación, al lograr un óptimo aprovechamiento de los recursos naturales y promover el desarrollo sostenible.

    Las producciones agrícolas sustentan la cría de cerdos, los desechos de esos animales son empleados para la generar biogás y los residuales del biodigestor (certificados por instituciones científicas) empleados como abono orgánico para las diversas plantaciones, explicó.

    En circunstancias normales, con 200 animales en la cochiquera, producían suficiente biogás para abastecer su domicilio y el de su hija, donde mantienen un consumo elevado para la cocción de alimentos destinados a la familia, los obreros de la finca y los cerdos.

    Antes el importe de la electricidad era hasta de 500 pesos y con el biodigestor lo redujo a una cifra ínfima, de modo que el primer mes pagó solo ocho, así consta en el estudio que presentó en un evento de porcicultura tropical.

    Ahora, con menos posibilidades de generar y una tarifa diferente a la de aquella fecha, los pagos no sobrepasan los 100.00 pesos en una vivienda donde disponen de todos los equipos electrodomésticos, incluido un equipo de climatización.

    Aseguró que el biodigestor cambia la vida de la mujer rural, “se acabó la cocción de alimentos con leña, el olor a humo y la suciedad”. Ofrece una energía más limpia y la posibilidad de usar abonos orgánicos calificados por ella como maravillosos, teniendo en cuenta los rendimientos y la calidad de las producciones.

    Por tales razones y a partir de las responsabilidades que les asiste como una de las seis fincas escuelas con enfoque de paisaje en el país, extienden las buenas prácticas a productores locales mediante capacitaciones que han permitido el desarrollo de biodigestores en el territorio de Florencia, donde se contabilizan alrededor de 20 y existen intenciones de construir otros.

    Su vinculación al proyecto internacional Conectando Paisajes desde el año 2013 también los compromete ―a ella y su familia― con la transferencia de saberes sobre el empleo de otras fuentes renovables de energíay técnicas agroecológicas, esenciales para el desarrollo sostenible y la conservación de los ecosistemas montañosos.

    En la medida que se recupere la producción porcina podrá materializar la idea de entregar biogás a las viviendas próximas a su finca, con el asesoramiento de profesores de la Universidad de Sancti Spíritus, quienes ofrecieron soluciones ante inconvenientes para trasladar esa energía hasta lugares distantes, debido al relieve montañoso.

    Se manejó la idea de comprimir el gas y almacenarlo en balas para su posterior distribución, lo que exige recursos que están disponibles en el municipio espirituano de Yaguajay y pueden ser utilizados en función de esa tarea, dijo.

    Conectando Paisajes ha creado nuevas oportunidades para el desarrollo de Las Margaritas al aportar conocimientos sobre el intercalamiento de cultivos, la utilización de la tracción animal, el manejo de los suelos y el empleo de abonos orgánicos, por solo mencionar algunos, expresó.

    Se siente dichosa por haber recibido herramientas para las labores agrícolas, medios informáticos y materiales de oficina para desempeñarse como finca escuela, y elementos de cocina que funcionan con biogás, incluida una olla arrocera.

    El proyecto ha sido ―reconoce― una oportunidad para el intercambio con productores de todo el país y especialistas de otras naciones, a fin de obtener y socializar experiencias.

    Antes estaba allí, “tranquila y ‛guardadita’, ahora me conoce hasta el gato y he ganado el respeto y la admiración de todos con mi trabajo”. Se considera una mujer empoderada y de su tiempo, capaz de cumplir cualquier tarea sin perder sus esencias. Si tiene que enyugar unos bueyes, lo hace, afirmó para no dar margen a las dudas.

    https://revistaanap60.medium.com/la-guajira-4b5c61ad5e3