#FlorenciaCiegodeAvila #MujeresFlorenciaCuba. Esta vez la tarea para esta aprendiz de comunicadora se ha puesto difícil. No sé exactamente el tipo de género que escribo, voy a intentar describir la humildad, modestia y fervor revolucionario que impregnó la vida de Maria Benita Cruz Cruz.
Nació el 21 de marzo de 1932 hija de Dorila Josefa Cruz Milian y de Eliseo Cruz Marin, tuvo tres hermanos Bruno, Marina y Fidel. Se conoce que siempre vivió en la zona conocida por Palma (esos terrenos se encuentran bajo el complejo hidráulico Liberación de Florencia).
Cursó hasta el sexto grado, al triunfo de la Revolución se incorpora al trabajo, en la escogida y beneficio del tabaco, poco tiempo después comienza su trabajo en la Federación de Mujeres Cubanas, es fundadora de la organización en el municipio llegando a ser secretaria general de la misma. Pasa el curso de profesora de corte y costura e imparte clases en Florencia.
Contrae matrimonio con Rolando Hernández Pino y en el 1969 tiene su única hija. Ella recuerda (la hija) haber asistido de muy pequeña a la Facultad Obrero Campesina a acompañar a su mamá y a mediados de los 70 Maria obtiene su 12mo grado. Ya un tiempo antes había cursado la Escuela Básica de Instrucción Revolucionaria Aníbal Madrigal.
Muchos recuerdan su titánica tarea de luchar por los derechos de la mujer, de propiciar su incorporación al trabajo y a todas las tareas de la Revolución. Dicen que caminaba a pie por todos los campos de Florencia, dialogando con la gente, con las campesinas, convenciendo para que las hijas estudiaran, dando charlas de salud y fortaleciendo la Federación de Mujeres Cubanas. Desempeña una meritoria labor como trabajadora social de la FMC.
Maria es fundadora de las Milicias Nacionales Revolucionarias y participa como jefe de batallón en numerosas movilizaciones, encaminadas a la defensa y a la producción. Participa en un congreso de la FMC y va de visita al batallón de la frontera en Guantánamo. Avanzados los 80 Maria decide terminar su trabajo profesional en la FMC y pasa a administrar la zapatería de Florencia, allí se jubila.
No se retira de su vida activa como miembro de la FMC y militante del Partido Comunista de Cuba, condición que ostentó hasta que sus capacidades mentales la abandonaron. Cuidó a su mamá hasta que esta falleció y ayudó a su hija en la crianza de sus nietos. Su espíritu nos abandonó mucho antes que su cuerpo, su hija y toda la familia la cuidaron con esmero y amor, hasta que hace unos meses su presencia física dejó de existir.
Es necesario hablar del contexto de Florencia en los años 60, un territorio eminentemente rural, con muy pocas escuelas y escasos servicios de salud, predominaban los campesinos que vivían al límite de la pobreza y todo ello enmarcado por la lucha contrabandidos y una herencia cultural de un patriarcado donde las mujeres eran solo algo más que sirvientas y no se les veía con posibilidades de ser protagonistas del desarrollo que la naciente Revolución requería.
Es por ello que el mérito de Maria, junto a otras florencianas es tan digno de admirar porque con su accionar lograron muchos de los cambios y los derechos de los que hoy, las mujeres de aquí, tenemos y tal nos parece que nacimos con ellos y ya, sin embargo existe una historia y un esfuerzo de mujeres anteriores a nosotros que debemos reconocer y ser dignas de su legado.